Este tango de Homero Expósito y Domingo Federico, me atrapó de chico. Lo cantaba en el patio, mientra lavaba ropa u otros objetos, una vecina de muy buena voz. Y yo me detenía en cada párrafo mentalmente. Para colmo era verano, todo el espacio abierto al cielo en aquellas casas y los versos musicalizados y muy bien interpretados por la muchacha, reflejaban maravillosamente aquel estío juvenil que vivíamos.
Íbamos perdidos de la mano
bajo un cielo de verano
soñando en vano...
Homero fue uno de los más grandes poetas que tuvo el tango. No necesitó de recetas fáciles para ganarse el corazón de los tangueros. Su lenguaje original, sus formas nuevas, diferentes, convencieron a los escépticos y sus temas ganaron la calle con la velocidad de la pólvora.
Y aquella imagen de "Yuyo verde" cantado por la vecina, en una tardecita de verano, me quedó guardada en mi alma. Luego lo escucharía por la orquesta de Domingo Federico, cantando Carlos Vidal, Por Troilo con Floreal Ruiz, por Pugliese con el flaco Morán, Caló-Rufino, Goyeneche-Piazzolla; Roberto Mancini, Biagi-Ortiz, Tania, Lidia Borda.... y me sigue gustado a morir y trayendo recuerdos de aquellos veranos infantiles en que terminábamos corriendo en la calle de nochecita. Y rondábamos a las primeras chicas del barrio con aquella inocencia temprana.
Su hermano Virgilio, que compuso muchos temas de éxito con Homero, recordaba de dónde les venía la vena musical.
-Estudiábamos juntos, él para el Nacional, yo para los deberes de la primaria. Después hablábamos de música, nos sabíamos todas las canciones... ya teníamos la música adentro, en la sangre. Claro que también nos venía de la familia. Mis tíos eran violeros de milonga y por eso siempre había algún músico de visita en casa de mi abuela italiana. Eran todos tanos, y ese contexto nos venía por ahí. El resto nos venía por nuestro padre que, como todo anarquista, era un señor que se ocupaba de todo lo que pasaba en la cultura.
Y también explicaría el porqué de estas letras de su hermano poeta, que parecen transportar su espíritu, la emoción y esas puntadas del dolor. Tan profunda ha sido la influencia de aquel episodio de amor juvenil, que lo dejaría testimoniado en temas imperecederos.
-Era un poeta limpio, aunque en sus letras siempre hay alguna cosa fatal, algo que nunca se le dió. En la quiniela de la vida hay un número que nunca le cantaron, que nunca se le dió. Cuando era muy joven hubo una novia que no lo quiso. Él estaba muy enamorado en aquel entonces y es posible que su obra a través de tantos años, haya sido sobre ese problema.
Un farol, un portón
-igual que en un tango-
y los dos perdidos de la mano
bajo el cielo de verano
que partió...
Frases intimistas y simbolistas. El eco del sonido de su música y de su vida. En cada párrafo vuelca tensión y drama de juventud con la difusa nostalgia de los años transcurridos en su pueblo de Zárate. Tan profunda ha sido su llaga que los versos nos llegan con toda su influencia, al escuchar temas como el que hoy me sumerjo en el blog. Así se fue gestando ese duende omnisciente.
Déjame que llore crudamente
con el llanto viejo del adiós...
Adónde el callejón se pierde
brotó ese yuyo verde
del perdón...
Déjame que llore y te recuerde
-trenzas que me anudan al portón-,
de tu país ya no se vuelve
ni con el yuyo verde
del perdón...
La poética de la escasez que fue el germen de Homero Expósito, creó estas piezas de enorme singularidad y su larga sombra redundó en la génesis de los nuevos poetas del tango. El drama del desamor juvenil, parece acompasar cada palabra. En un festival de tango, al que fui invitado para disertar sobre la poesía del tango, recité algunos temas del zarateño. Y vi incluso caer algunas lágrimas en los rostros de los asistentes al acto. No era precisamente por mí, sino por las frases poéticas que persiguen la evanescencia del tiempo, su rebobinarse y romperse...
¿Dónde estás, dónde estás,
adónde te has ido?...
¿Dónde están las plumas de mi nido,
la emoción de haber vivido
y aquel cariño?...
Un farol, un portón
-igual que en un tango-
y este llanto mío entre mis manos
y ese cielo de verano
que partió.
Vale la pena aclarar que yuyo es una palabra quechua que sirve para designar plantas o malezas silvestres, y que es de uso común en Argentina.
José María Otero en "Tangos al bardo"
YUYO VERDE - Tango 1944
Callejón... callejón...
lejano... lejano...
íbamos perdidos de la mano
bajo un cielo de verano
soñando en vano...
Un farol... un portón...
-igual que en un tango-
y los dos perdidos de la mano
bajo el cielo de verano
que partió...
Déjame que llore crudamente
con el llanto viejo adiós...
adonde el callejón se pierde
brotó ese yuyo verde
del perdón...
Déjame que llore y te recuerde
-trenzas que me anudan al portón-
De tu país ya no se vuelve
ni con el yuyo verde
del perdón...
¿Dónde estás?... ¿Dónde estás?...
¿Adónde te has ido?...
¿Dónde están las plumas de mi nido,
la emoción de haber vivido
y aquel cariño?...
Un farol... un portón...
-igual que un tango-
y este llanto mío entre mis manos
y ese cielo de verano
que partió…
El "Polaco" Roberto Goyeneche grabó este tango que cierra esta Antología sobre
100 de sus canciones grabadas, en 1989 acompañado de Néstor Marconi.
Con Néstor Marconi.
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