sábado, 3 de febrero de 2024

99 - YIRA... YIRA…

 

El propio autor de este conocidísimo tango, Enrique Santos Discépolo

nos cuenta la historia del mismo.


“Yira... Yira...” surgió, tal vez, como el más espontáneo, como el más mío de los tangos, 

aunque durante tres años me estuvo “dando vueltas”. Porque sí está inspirado en un momento 

de mi vida. Venía yo, en 1927, de una gira en la que nos había ido muy mal. 

Y después de trabajos, fatigas, luchas y contratiempos regresaba a Buenos Aires 

sin un centavo. Me fui a vivir con mi hermano Armando a una casita de la calle Laguna. 

Allí surgió “Yira... yira...”, en medio de las dificultades diarias, del trabajo amargo, 

de la injusticia, del esfuerzo que no rinde, de la sensación de que se nublan todos los 

horizontes, de que están cerrados todos los caminos. Pero en aquel momento, el tango no salió. 

La creatividad no se produce en medio de un gran dolor, sino con el recuerdo de ese dolor. 


“Yira... yira...” nació en la calle. Me la inspiraron las propias calles de Buenos Aires, 

el hombre de Buenos Aires, la rabia de Buenos Aires... 

La soledad internacional del hombre frente a sus problemas... 


Yo viví la letra de esa canción. Más de una vez. La padecí, mejor dicho, más de una vez. 

Pero nunca tanto como en la época en que la escribí. Hay un hambre que es tan grande 

como el hambre del pan. Y es el hambre de la injusticia, de la incomprensión. 

Y la producen siempre las grandes ciudades donde uno lucha, solo, entre millones de hombres 

indiferentes al dolor que uno grita y ellos no oyen. 

Londres gris, Nueva York gris, Buenos Aires..., todas deben ser iguales... 

Y no por crueldad preconcebida sino porque en el fárrago ruidoso de su destino gigante, 

los hombres de las grandes ciudades no pueden detenerse para atender las lágrimas de 

un desengaño. Las ciudades grandes no tienen tiempo para mirar el cielo... 

El hombre de las ciudades se hace cruel. Caza mariposas de chico. De grande, no. Las pisa... 

No las ve... No lo conmueven... 


Yo no escribí “Yira... yira...” con la mano. La padecí con el cuerpo. Quizás hoy no la hubiera 

escrito porque los golpes y los años serenan. Pero entonces tenía veinte años menos y mil 

esperanzas más. Tenía un contrato importante con una casa filmadora que equivocadamente 

se empeñaba en hacerme hacer cosas que me desagradaban como artista... 

Como hombre digno. Y me la jugué. Rompí el contrato y me quedé en la calle. 

En la más honda de las pobrezas y en la más honrada soledad... 


“Yira... yira...” fue una canción de la calle, nacida en la calle cuando le mordía 

el talón a los pasos de los hombres. 


Grité el dolor de muchos, no porque el dolor de los demás me haga feliz, sino porque 

de esa manera estoy más cerca de ellos. 

Y traduzco ese silencio de angustia que adivino. Usé un lenguaje poco académico porque 

los pueblos son siempre anteriores a las academias. Los pueblos claman, gritan, ríen y lloran 

sin moldes. Y una canción popular debe ser siempre el problema de uno padecido por muchos...





YIRA... YIRA... - Tango 1930

Música: Enrique Santos Discépolo

Letra: Enrique Santos Discépolo



Cuando la suerte qu' es grela,

fayando y fayando

te largue parao;

cuando estés bien en la vía,

sin rumbo, desesperao;

cuando no tengas ni fe,

ni yerba de ayer

secándose al sol;

cuando rajés los tamangos

buscando ese mango

que te haga morfar...

la indiferencia del mundo

-que es sordo y es mudo-

recién sentirás.


Verás que todo el mentira,

verás que nada es amor,

que al mundo nada le importa...

¡Yira!... ¡Yira!...

Aunque te quiebre la vida,

aunque te muerda un dolor,

no esperes nunca una ayuda,

ni una mano, ni un favor.


Cuando estén secas las pilas

de todos los timbres

que vos apretás,

buscando un pecho fraterno

para morir abrazao...

Cuando te dejen tirao

después de cinchar

lo mismo que a mí.

Cuando manyés que a tu lado

se prueban la ropa

que vas a dejar...

Te acordarás de este otario

que un día, cansado,

¡se puso a ladrar!

 

 

"Yira... Yira…” fue grabado por Roberto Goyeneche en 1973 

acompañado de la orquesta de Atilio Stampone. 

 

Con Atilio Stampone. 

 


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