El malón. Táctica de milicia de los pueblos indígenas, que consistía en un ataque rápido y sorpresivo
de un nutrido número de guerreros contra un grupo enemigo. La eficacia del sistema estaba dada por
el desconcierto que generaba un ataque sin orden formal, así como por una rápida retirada que no
daba suficiente tiempo para organizar la defensa y que dejaba tras de sí una batalla apasionadamente
peleada.
Dice Edmundo Rivero, en éste, su malambo, "Malón de ausencia": "Al ver al campo dormido
vuelven a mi mente fresca el recuerdo de la noche aquella, que con mis pilchas y el zaino me alisté
para la guerra, ¡amalhaya lagrimones! que brotan de mi conciencia,yo que he aguantao al indiaje no
aguanto un malón de ausencia".
Es así como la música se convierte en historia, en banda de sonido, en grito de guerra, en el llamado
a la batalla. Quizás ya no, en las grandes guerras polvorientas, pero si en la que se pelea todos los
días, desde lo cotidiano y desde la voz de uno de los mejores cantores de tango de la historia, como lo
es Roberto Goyeneche aunque, como también les comenté en el capítulo dedicado a "Los ejes de mi
carreta", con las dos versiones que grabó de este malambo, se salía de sus interpretaciones de música
urbanita y porteña para desviarse hacia el campo y hacia el ritmo del malambo con un resultado, para
mi, excepcional, reflejado en sus grabaciones junto a Angel Cárdenas (1958) o Elba Berón (1962),
siempre dirigidos por Aníbal Troilo..
MALÓN DE AUSENCIA - Aire de malambo
Letra y música: Edmundo Rivero
Al ver el campo dormido
vuelven a mi mente fresca
recuerdos de las patriadas
y se hace carne la idea
el golpetear del salvaje
sobre su boca grosera
ululando en alaridos
para imponer su presencia,
quemando sembraos y ranchos,
llevando chinas y haciendas.
A lo lejos se divisa
de la pampa la ancha huella
y el redoblar de pezuñas
al incrustarse en la tierra.
La lanza firme en el brazo,
bien arriba la bandera,
y el ruido ensordecedor
del potro en loca carrera,
ganando campo y distancias
hacia la muerte señera.
Al ver al campo dormido
vuelven a mi mente fresca
el recuerdo de una china,
de un rancho y la noche aquella,
que con mis pilchas y el zaino
me alisté para la guerra,
¡amalhaya lagrimones!
que brotan de mi conciencia,
yo que he aguantao al indiaje
no aguanto un malón de ausencia.
El Polaco lo grabó a dúo con Angel Cárdenas en 1958, y con
Elba Berón, desde un programa radial, en 1962 y , ambas
acompañado por la magnífica orquesta del "Pichuco", Aníbal Troilo.
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