Dos almas distintas hicieron la fusión para una buena cosa y fue una buena unión. Fue en el final de la década de los años '20. Enrique Santos Discépolo tenía 28 años, Juan de Dios Filiberto (Oscar Juan de Dios Filiberti, su nombre de familia), 44; Enrique Santos, del barrio del Once, y Filiberto, de La Boca; uno, compuso "Suelo Argentino", "De mi tierra", "El Ramito", "Caminito" y "El Clavel del Aire"; y el otro, "Yira, Yira", "Qué vachaché", "Cambalache", "¿Qué sapa señor?" y "Esta noche me emborracho".
La mujer de Discépolo, Tania, destacó que tenían una manera diferente de entender el tango y: "Con todo, el difícil parto de "Malevaje" dio una criatura hermosa". Más todavía, digo: estuvieron unidos por Buenos Aires, el tango y el inocente y pacífico anarquismo azulejo, un atisbo de romanticismo con corazón de arte y una profesión escondida de huelguistas. Pero, hicieron obras, protestas y amores, sembrando melodías y mensajes para un tiempo largo, embarullado como la vida misma envuelta en entreveros y pasiones. Juan de Dios fue un músico dedicado al tango, se afirmó; Enrique Santos, un poeta tanguero. Uno dibujó paisajes; otro, almas dolientes. Ambos recibieron el influjo del malevaje de la incipiente megalópolis.
El tango, compuesto en 1928, es un tango canción estrenado por Azucena Maizani en el barrio de La Boca. En la misma casa de Filiberto, desde el balcón, lo cantó al comenzar la primavera de 1929. Y, como Gardel cantó también la justa, dicen que antes de grabar el tango le cantó a Discepolín: "-Te felicito de todo corazón, Flaquito. Aunque vos no naciste ni vivís en el arrabal, te has dado cuenta de que el malevo o lo que entendemos nosotros por malevo, es un hombre con sentimientos normales y no un furbo que solo piensa en hacer daño. Tu malevo maneado por el amor es capaz de confesar su angustia ante el miedo de perder a la mujer que quiere, llorarla si es preciso, y no a ponerle el cuchillo al cuello para que se le doblegue". Así hablaba Gardel. Era su modo. Su estilo. Su lenguaje y su filosofía. Juzgaba todo con benevolencia, incluyendo al malevo, pero reservando la palabra furbo, itálica, para otra laya de compadre. A lo mejor, fue un argentinista, sentimental y canyengue.
MALEVAJE - Tango 1929
Música: Juan de Dios Filiberto
Letra: Enrique Santos Discépolo
Decí, por Dios, ¿qué me has dao,
que estoy tan cambiao,
no sé quién soy?
El malevaje extrañao,
me mira sin comprender...
Me ve perdiendo el cartel
de guapo que ayer
brillaba en la acción...
¿No ves que estoy embretao,
vencido y maniao
en tu corazón?
Te vi pasar tangueando altanera
con un compás tan hondo y sensual
que no fue más que verte y perder
la fe, el coraje,
el ansia 'e guapear.
No me has dejao ni el pucho en la oreja
de aquel pasao malevo y feroz...
¡Ya no me falta pa' completar
más que ir a misa e hincarme a rezar!
Ayer, de miedo a matar,
en vez de pelear
me puse a correr...
Me vi a la sombra o finao;
pensé en no verte y temblé...
¡Si yo, -que nunca aflojé-
de noche angustiao
me encierro a llorar!...
Decí, por Dios, ¿qué me has dao,
que estoy tan cambiao,
no sé quién soy?
"Malevaje" fue grabado por Roberto Goyeneche,
acompañado de la orquesta de Raúl Garello en 1977.
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