De cierta manera y con texto de Horacio Ferrer sobre música de Astor Piazzola, se puede explicar
sin conjeturas lo que puede ser un trovador.
Guitarra en ristre, recorriendo largas distancias, de aldea en aldea o de ciudad en ciudad, así
transmitían los juglares, trovadores durante siglo XII, noticias, cantares y demás versos.
¿Actualmente? No son trovadores al uso, pero recorren países de punta a punta ofreciendo su
espectáculo sobre un escenario y cambiando algunos matices, la esencia es parecida. Cantando y
contando composiciones propias y ajenas cada día frente al público de la ciudad de turno.
¿Hasta dónde reparamos en las letras, textos y versos de una canción durante un concierto o la
audición particular de un disco? ¿Qué importancia le da un músico a sus textos dentro de una
canción? ¿Qué habría sido de grandes composiciones sin su letra?
Una buena canción sin texto no es una buena canción, es simplemente música. La distancia entre una
canción y un poema instrumentado es justamente el texto. Lo que pasa es que yo creo que no se le da
la suficiente importancia, es decir, también es cierto que es muy difícil elaborar un texto que frasee y
que acentúe el dibujo musical. Pero los que lo hacen bien, gente como Atahualpa Yupanqui,
Carlos di Fulvio, Oscar Valles, José Larralde, etc. que tienen unos textos fantásticos.
Por otro lado, las canciones de Roberto Goyeneche son inconfundibles. La gran mayoría están
cargadas de gran sensibilidad. Tienen ese aire de nostalgia y de poesía que puede percibirse desde
los primeros acordes y el "Polaco" ha logrado hacer en "Milonga del trovador" la unión perfecta de
los cuatro ingredientes indispensables para el total reconocimiento de obra de arte: la música,
la poesía, el mensaje y la interpretación.
MILONGA DEL TROVADOR - Milonga 1981
Música: Astor Piazzolla
Letra: Horacio Ferrer
Soy de una tierra hermosa
de América del Sur,
en mezcla gaucha de indio con español.
De piel y voz morochas
vi en mi guitarra
que al mundo van las coplas, y me fui yo.
Con un rumor de nido
volaban tras de mí,
aquellos pañuelitos en la estación.
Pero soy peregrino
y a mi nostalgia
le canto así en la oreja del corazón:
Vamos a la distancia, sí,
que soy el trovador,
si la distancia llama,
yo jamás veré ponerse el sol.
Vamos a la distancia, ya,
y si no llego, amor,
vos le darás mi alma
de argentino y de cantor.
Mi casa es donde canto
porque aprendí a escuchar
la voz de Dios que afina en cualquier lugar,
ecos que hay en las plazas
y en las cocinas,
al borde de una cuna y atrás del mar.
Si en esta andanza un día
me espera la vejez,
ya mi niñez le hará la segunda voz;
y al fin con dos gargantas,
a mi agonía,
le cantaré en la oreja del corazón:
Vamos a la distancia, sí,
que soy el trovador,
si la distancia llama
yo jamás veré ponerse el sol.
Vamos a la distancia, ya,
y si no llego, amor,
vos le darás mi alma
de argentino y de cantor.
La grabación que realizó Goyeneche en 1993 junto
a Lito Niebba y Esteban Morgado fue como la antesala
de una despedida del más real de los trovadores tangueros.
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