La milonga más triste que nunca haya sido cantada se llama, como no podía ser de otra forma, "Milonga triste".
Una tristeza completa, sin esperanza y sin salida. Melancolía infinita e infinitamente romántica, abandono total a la derrota, el placer de hundir en una emoción tan completa como devastadora. Sebastian Piana puso la música, que ya es mucho. Mercedes Simone puso la cara, por lo menos en sus tiempos. Pero el gran culpable de casi todo es Homero Manzi, el increíble Homero Manzi, el mismo culpable que en Malena o en Sur hizo que, como muchos otros letristas de tango, “a la gente le duela su dolor”. Muchos son los que luego han empeorado la situación, cargando más las tintas hasta dejar que esta melodía te traspase el cuerpo cada vez un poco más. Hasta llegar a Hugo Díaz, el siempre más grande Hugo Díaz, que llora su milonga triste dentro del lamento de su armónica. Total, poco recomendable tocar este tema en público, si eres un poco sensible, y no tienes gafas de sol. La muerte de la amada. Quizás un amor no devuelto, pero siempre amor. Ausencia y el sonar de las campanas. La luna se cae en el agua, y las estrellas se quedan solas. No queda duda, en las letras como en los libros, que la milonga triste canta la muerte del ser querido que daba luz a la vida. Ahora, hay matices: Un beso que se enfrenta a una mano que castiga, y un camino de vuelta solitario. Y remordimiento, después de haber querido su rubor, en un sendero. Los ojos negros se cierran, de forma imprevisible y rápida y sin dar demasiadas explicaciones. El amor lo puede todo, la vida y también la muerte. No es necesario interpretarlo completo, no vamos a saber que pasó en aquel sendero donde un beso encontró castigo, y que vio a un hombre volver solo. Pero queda la duda que no sea el canto de un amor por una muerte, sino de una muerte por un amor. No es necesario interpretarlo todo también porque hoy en día, en plena reglamentación moral (a menudo integrista y un pelín de fachada), hay temas que se echan al destierro y al olvido, porque lo que es malo ni se puede mencionar. Dejando aparte interpretaciones a lo mejor mas difíciles de sostener (también se ha propuesto que trenzas y delantal puedan ser los de una madre), queda la duda de que la tristeza de la milonga triste sea tan dura y completa, porque lleva en sí misma no solamente la desdicha de la soledad, sino también la maldición de una culpa.
(Emiliano Bruner)
MILONGA TRISTE - Milonga 1936
Música: Sebastián Piana
Letra: Homero Manzi
Llegabas por el sendero
delantal y trenzas sueltas.
Brillaban tus ojos negros
claridad de luna llena.
Mis labios te hicieron daño
al besar tu boca fresca.
Castigo me dio tu mano
pero más golpeó tu ausencia. ¡Ay!...
Volví por caminos blancos,
volví sin poder llegar.
Grité con mi grito largo,
canté sin saber cantar.
Cerraste los ojos negros.
Se volvió tu cara blanca.
Y llevamos tu silencio
al sonar de las campanas.
La luna cayó en el agua.
El dolor golpeó mi pecho.
Con cuerdas de cien guitarras
me trencé remordimientos. ¡Ay!...
Volví por caminos viejos,
volví sin poder llegar.
Grité con tu nombre muerto
recé sin saber rezar.
Tristeza de haber querido
tu rubor en un sendero.
Tristeza de los caminos
que después ya no te vieron.
Silencio del camposanto.
Soledad de las estrellas.
Recuerdos que duelen tanto.
Delantal y trenzas negras. ¡Ay!...
Volví por caminos muertos
volví sin poder llegar.
Grité con tu nombre bueno,
lloré sin saber llorar.
Esta milonga fue grabada por Roberto Goyeneche
en 1968 con el Trío Baffa-Berlingieri.
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