A mediados de 1925, la revista “El alma que canta” que incluía los tangos de moda (Mi hermano la compraba siempre), organizó por idea de uno de sus redactores: Rómulo Avallone, un concurso de letras, bajo el eslogan: “Buscamos al poeta del tango”.
“La idea –decía Avallone- fue acogida con entusiasmo por Gardel, quien me confesó que estaba harto de cantar siempre los mismos temas: El hombre engañado, la crónica policial o el falso pintoresquismo de los conventillos.
El concurso fue un éxito, infinidad de autores mandaron sus trabajos. Hay que tener en cuenta –continúa-, que el premio consistía en la inmediata impresión de la pieza por una conocida editorial musical y que luego la grabarían, además de Gardel, las orquestas de Anselmo Aieta y Julio De Caro.
El jurado lo integrábamos Alfredo Navarrine, Dante Linyera y yo.
-Cuando se publicó la letra de "Viejo ciego", pese a que aparecían todas sin nombre, Cátulo Castillo que era amigo de Homero Manzi, la reconoció y la pidió para ponerle música. Le avisamos a Manzi que si le retiraba antes de la selección final quedaría automáticamente excluido, pero la idea de que su amigo y el pianista Sebastián Piana le pusieran música le hizo olvidar el concurso.
-Recuerdo que a los pocos días, Enrique Delfino se presentó en la redacción de la revista expresando que quería ponerle música a los versos de Manzi". (finaliza Avallone)
El tango lo estrenó Roberto Fugazot en esa obra de Ivo Pelay: Patadas y serenatas en el barrio de las latas (Ese barrio estaba en el fondo de Parque Patricios, cerca de la quema).
Hasta ese momento el uruguayo Fugazot sólo era segunda guitarra de Ignacio Corsini y dio un salto en su carrera afianzándose como cantor.
Decir que a pesar de que en 1994, el Polaco ya estaba muy mal, ¡qué bárbaro!
José María Otero en "Tangos al bardo
VIEJO CIEGO - Tango 1926
Música: Sebastián Piana / Cátulo Castillo
Letra: Homero Manzi
Con un lazarillo llegás por las noches
trayendo las quejas del viejo violín,
y en medio del humo
parece un fantoche
tu rara silueta
de flaco rocín.
Puntual parroquiano tan viejo y tan ciego,
al ir destrenzando tu eterna canción,
ponés en las almas
recuerdos añejos
y un poco de pena mezclás al alcohol.
El día en que se apaguen tus tangos quejumbrosos
tendrá crespones de humo la luz del callejón,
y habrá en los naipes sucios un sello misterioso
y habrá en las almas simples un poco de emoción.
El día en que no se oiga la voz de tu instrumento
cuando dejés los huesos debajo de un portal
los bardos jubilados, sin falso sentimiento
con una "canzonetta" te harán el funeral.
Parecés un verso
del loco Carriego
parecés el alma
del mismo violín.
Puntual parroquiano tan viejo y tan ciego,
tan llena de pena, tan lleno de esplín.
Cuando oigo tus notas
me invade el recuerdo
de aquella muchacha
de tiempos atrás.
A ver, viejo ciego,
tocá un tango lerdo
muy lerdo y muy triste
que quiero llorar.
Hay una grabación de este tema por el Polaco Goyeneche en 1994 con el violín de Antonio Agri
y la guitarra de Esteban Morgado que pone la carne de gallina aunque otra anterior del año 1990
del "Polaco" junto a la orquesta de Raúl Garello tampoco desmerece nada a aquella;
es, simplemente, distinta.
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