Hay quienes dicen que los poetas no mueren, sino que se deshacen. Otros afirman que viven menos tiempo que los demás. Si es así, tiene su explicación e intentaré dejar en claro sus porqué.
El presente que vivimos los poetas en nuestro país, por ejemplo, es tan deplorable que se identifica con los versos más tristes del tango “Cuesta abajo”, de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera. La doliente realidad del menosprecio a nuestra tarea y la hiriente incomprensión nos golpea, y nos mueve a vivir, dando la siguiente explicación: “Si arrastré por este mundo la vergüenza de haber sido, y el dolor de ya no ser, bajo el ala del sombrero cuántas veces embozada una lágrima asomada yo no pude contener. Si crucé por los caminos como un paria que el destino se empeñó en deshacer; si fui flojo, si fui ciego, sólo quiero que comprendan el valor que representa el coraje de querer”. La poca valoración que tiene nuestra actividad no nos permite más que asumir que en el mundo no cabe “toda la humilde alegría de mi pobre corazón”.
Son muy pocos lo que advierten que los poetas, cuando escribimos, lo damos todo, dejamos impreso en el papel “pedazos” de nuestro corazón. Y como el presente nos golpea duro, no nos queda más que atarnos a un pasado mejor, que evocamos con visos del tango aludido en el título de esta nota: “Ahora, cuesta abajo en mi rodada, las ilusiones pasadas ya no las puedo arrancar. Sueño con el pasado que añoro, el tiempo viejo que lloro y que nunca volverá…” ¿Por qué debemos resignarnos a que, si las cosas no fueran así, por la vida que amamos, “yo habría dado siempre más”?
Por Daniel Chávez en “Clarín”.
CUESTA ABAJO - Tango 1934
Música: Carlos Gardel
Letra: Alfredo Le Pera
Si arrastré por este mundo
la vergüenza de haber sido
y el dolor de ya no ser.
Bajo el ala del sombrero
cuantas veces, embozada,
una lágrima asomada
yo no pude contener...
Si crucé por los caminos
como un paria que el destino
se empeñó en deshacer;
si fui flojo, si fui ciego,
sólo quiero que hoy comprendan
el valor que representa
el coraje de querer.
Era, para mí, la vida entera,
como un sol de primavera,
mi esperanza y mi pasión.
Sabía que en el mundo no cabía
toda la humilde alegría
de mi pobre corazón.
Ahora, cuesta abajo en mi rodada,
las ilusiones pasadas
yo no las puedo arrancar.
Sueño con el pasado que añoro,
el tiempo viejo que lloro
y que nunca volverá.
Por seguir tras de su huella
yo bebí incansablemente
en mi copa de dolor,
pero nadie comprendía
que, si todo yo lo daba
en cada vuelta dejaba
pedazos de corazón.
Ahora, triste, en la pendiente,
solitario y ya vencido
yo me quiero confesar:
si aquella boca mentía
el amor que me ofrecía,
por aquellos ojos brujos
yo habría dado siempre más.
Este tango lo grabo Roberto Goyeneche acompañado por
el Trío Los Modernos en 1961 para la casa de discos TK.
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