Una abismal soledad, la ausencia de fraternidad, la traición generalizada… son realidades que aparecen repetidamente en la poesía del tango. Un claro ejemplo de esto encontramos en "Desencuentro", de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo (1962), en el que el protagonista es traicionado por todos y siente que, en el colmo de su soledad, “¡hasta Dios está lejano!. Ese fracaso, de alguien desahuciado de la vida, "ni el tiro del final te va a salir", no va dirigida a cualquiera, pero para llegar a esta reflexión hay primero que desentrañar una serie de mensajes barbarizados, contenidos en su letra:
“Estás desorientao y no sabés
qué trole hay que tomar para seguir
y en ese desencuentro con la fe
querés cruzar el mar y no podés.
La araña que salvaste te picó, ¿qué vas a hacer?
y el hombre que ayudaste te hizo mal, ¡dale nomás!
y todo el carnaval, gritando pisoteó
la mano fraternal que Dios te dio”.
Se nos cuenta el desbarajuste emocional de un pobre cristiano que se perdió camino de la Iglesia. Con la brújula estropeada lo invade un incipiente estado de desesperación que lo lleva a la locura de querer cruzar el mar en colectivo. Cuadro esquizo que queda más expuesto todavía al intentar salvar una araña, insecto detestable por cierto, cuyo único e inexorable destino debería ser la suela zapatera. Después del aguijón clavado traicioneramente y no conforme con su destino trágico, al protagonista de nuestra historia le sobreviene una obsesiva vocación samaritana que es bastardeada por la murga de todo un carnaval que le pasa por encima pisoteándolo y gritándole con toda su vorágine sacrílega a cuestas.
Quizás uno de los hallazgos de este tango radique en la frase "El amor te devoró de atrás hasta el riñón". Fíjense cómo aquí Cátulo Castillo elude el lugar común del "corazón destrozado", reemplazandolo por el "riñón devorado". Esquema que lo lleva indefectiblemente al sacrificio de la diálisis por amor. Ahora bien, con la famosa frase “Ni el tiro del final te va a salir” nos queda en claro que si este cristiano no murió con agua en los pulmones después de haber intentado cruzar el mar en trolebús, tampoco por la picadura mortal de un insecto deplorable, ni aun después de ser aplastado por colombinas, mascaritas y clowns de una murga salvaje y ni siquiera por la catástrofe bilística de una insuficiencia renal, menos que menos habría de morir por la angustia que provoca un penal mal pateado.
Este tango, el "Polaco", lo borda, elevándolo al séptimo Cielo y es famosa su interpretación realizada el sábado 22 de agosto de 1987 en el teatro Opera de Buenos Aires, donde acompañado por Néstor Marconi en bandoneón y Angel Ridolfi en contrabajo, cosecharía una de las mayores ovaciones de toda su carrera y no creo que jamás alguien haya llegado a emocionar en una interpretación musical como lo hizo el Goyeneche con este tango y en esa ocasión.
DESENCUENTRO - Tango 1962
Música: Aníbal Troilo
Letra: Cátulo Castillo
Estás desorientado y no sabés
qué "trole" hay que tomar para seguir.
Y en este desencuentro con la fe
querés cruzar el mar y no podés.
La araña que salvaste te picó
-¡qué vas a hacer!-
y el hombre que ayudaste te hizo mal
-¡dale nomás!-
Y todo el carnaval
gritando pisoteó
la mano fraternal
que Dios te dio.
¡Qué desencuentro!
¡Si hasta Dios está lejano!
Llorás por dentro,
todo es cuento, todo es vil.
En el corso a contramano
un grupí trampeó a Jesús...
No te fíes ni de tu hermano,
se te cuelgan de la cruz...
Quisiste con ternura, y el amor
te devoró de atrás hasta el riñón.
Se rieron de tu abrazo y ahí nomás
te hundieron con rencor todo el arpón
Amargo desencuentro, porque ves
que es al revés...
Creíste en la honradez
y en la moral...
¡Qué estupidez!
Por eso en tu total
fracaso de vivir,
ni el tiro del final
te va a salir.
El "Polaco" lo grabó en tres ocasiones:
la primera, acompañado del Trío Baffa-Berlingieri en 1968;
la segunda, en 1993 junto al sexteto de Carlos Buono
y poco después en 1994, la tercera grabación,
esta vez con sus inseparables en sus años finales,
Juanjo Domínguez y Néstor Marconi.
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