Carlos Le Pera fue un inclaudicable admirador de Amado Nervo. De allí que sus letras están pobladas por ojos y miradas, bocas y sonrisas, como ocurre en los poemas del mexicano. Pero la influencia de Nervo en el colaborador de Carlos Gardel va más allá. Mucho más allá.
Fue el catalán José Plaja —profesor de inglés del cantor y uno de los tres sobrevivientes del accidente de Medellín— el que precisó el caso al referirse a las letras de Le Pera: «La de “El día que me quieras” no fue suya. Eso se arregló con la familia de Amado Nervo, que dio la autorización para que se hiciera una canción con ella.»
Al margen del permiso de los sucesores de Nervo, ningún lector de poesía ignora que El día que me quieras es una recreación del poema homónimo del bardo azteca, incluido en El arquero divino (1915):
El día que me quieras tendrá más luz que junio;
la noche que me quieras será de plenilunio
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas
y habrá juntas más rosas
que en todo el mes de mayo
Las fuentes cristalinas
irán por las laderas.
Saltando cantarinas,
el día que me quieras.
Desde ya no es que la letra de la canción no le perteneciera, como señala Plaja, sino que se trata de lo que se denomina una paráfrasis.
Al margen de que el título y el tema sean los mismos, poco de Nervo quedó en Le Pera. «El día que me quieras tendrá más luz que junio» decía aquél, y modificaba éste: «El día que me quieras, la rosa que engalana». Otras reminiscencias se advierten en los siguientes versos «La noche que me quieras será de plenilunio» (Nervo) y «La noche que me quieras, desde el azul del cielo» (Le Pera). El resto es completamente diferente.
En cuanto a la música, Gardel —cuya última producción autorial es sumamente melódica— componía en 1932, a medias con Marcel Lattes y versos de Le Pera-Battistella, “Cuando tú no estás” y en 1935, “El día que me quieras”. En ambos casos, la estructura de una breve primera parte lenta y una extensa segunda rítmica devela la influencia del, por entonces incipiente, bolero mexicano.
“Te quiero, dijiste” (Maria Grever) o “Perfidia” (Alberto Domínguez) son entre muchos otros, claros ejemplos de esa vieja modalidad. Y si Gardel rotuló la obra de marras canción —no tango, como algunos creen— fue porque el bolero no era aún un género suficientemente conocido internacionalmente. Por eso la composición no apareció violentada en ninguna de las oportunidades en que fue grabada por cultores del bolero, como Pedro Vargas, Las Panchos, Johnny Albino, Tito Rodríguez, Altemar Dutra y, entre otros, el actual Luis Miguel.
Pero cómo se lo cante importa poco; “El día que me quieras” es, desde su aparición en el filme homónimo, una de las canciones más célebres en todo el mundo occidental.
Y como reafirma Oscar del Priore en su libro Cien tangos fundamentales: «“El día que me quieras”, cantada en la película homónima, es el paradigma de la expresión romántica del Gardel intérprete. Y la obra más vigente del binomio Gardel-Le Pera, en términos de difusión internacional.»
Publicado en la revista dominical del diario Crónica.
El "Polaco" interpreta esta canción, como si recopilara duendes olvidados, como si fuera un un mago que extrae conejos de asombro. Es asombroso que tan delgado físico, pueda albergar tanta masa de ternura y violencia a la vez, así como tanta expresión externa como tanto sentimiento interno.
EL DÍA QUE ME QUIERAS - Canción 1935
Música: Carlos Gardel
Letra: Alfredo Le Pera
Acaricia mi ensueño
el suave murmullo de tu suspirar,
¡como ríe la vida
si tus ojos negros me quieren mirar!
Y si es mío el amparo
de tu risa leve que es como un cantar,
ella aquieta mi herida,
¡todo, todo se olvida..!
El día que me quieras
la rosa que engalana
se vestirá de fiesta
con su mejor color.
Al viento las campanas
dirán que ya eres mía
y locas las fontanas
me contarán tu amor.
La noche que me quieras
desde el azul del cielo,
las estrellas celosas
nos mirarán pasar
y un rayo misterioso
hará nido en tu pelo,
luciérnaga curiosa
que verá…¡que eres mi consuelo..!
RECITADO:
El día que me quieras
no habrá más que armonías,
será clara la aurora
y alegre el manantial.
Traerá quieta la brisa
rumor de melodías
y nos darán las fuentes
su canto de cristal.
El día que me quieras
endulzará sus cuerdas
el pájaro cantor,
florecerá la vida,
no existirá el dolor…
La noche que me quieras
desde el azul del cielo,
las estrellas celosas
nos mirarán pasar
y un rayo misterioso
hará nido en tu pelo,
luciérnaga curiosa
que verá… ¡que eres mi consuelo!
Goyeneche grabó "El día que me quieras" en 1968 junto
a la Orquesta Típica Porteña, dirigida por Raúl Garello.
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