"El pescante", tango de Homero Manzi y Sebastián Piana, pinta como pocos aquella Buenos Aires de calles empedradas por las cuales circulaban infinidad de carros con sus cargas destinadas al comercio: El papero ("¡Llegó la papaaaa nuevaaa!"), el lechero con su carrito fileteado, los de la Panificación... Época de corralones para alojar a los nobles matungos, de herrerías en los barrios para cambiar las herraduras de los cuadrúpedos. El Pescante se identifica con otros del mismo tenor como El carrerito, de Vaccarezza y De los Hoyos o Mano blanca, del mismo Manzi con música de Arturo De Bassi.
Homero Manzi (Manzione) bajó de su Santiago del Estero natal y fue alojado para el estudio en el Colegio Luppi de Pompeya. Barrio de andurriales, de zanjas, de ranas, con potreros donde corrían los niños detrás de una pelota, el pitido del tren estremecía los patios abiertos de las casitas con malvones enlatados, y los olorosos jazmines del país que le daban aroma y color al humilde vecindario. Por las noches se escuchaba el rasguear de las guitarras, en serenatas y en payadas interminables. Los cardales que bordeaban las vías del ferrocarril, crecían como si la pampa se hubiera estancado en los comienzos de la Gran Aldea. Existían antiguas pulperías en las que solían detenerse los hombres de a caballo que llegaban de Mataderos, esquivando los charcos y lagunitas que se formaban en el camino.
En una genial descripción de aquella zona alejada del centro, el propio Manzi la pintaba así:
-Desde la barranca de Boedo hacia el sur, se presentían Pompeya y Puente Alsina, con sus porrones, sus chimeneas y sus inundaciones; y hacia el norte, el último pedazo de Almagro, escenario de José Bettinotti, el pequeño muchacho zapatero, que inventó, vaya a saberse cómo, la primera canción de Buenos Aires. Y al otro lado, Cochabamba arriba, las calles anchas y los árboles verdes y hasta retazos de alfalfares y quintas misteriosas.
-Y por San Juan, ganando el río, San Cristóbal bravo lleno de mostradores y de escudos de comité y de canchas de taba y de pedanas a cuchillo. Y a los cuatro rumbos, casas sin salas y corredores profundos y huecos sembrados de vidrio y latas y de hombres traídos por los mares y mujeres con pañuelos atados a la cabeza y muchachos argentinos que estaban fundando, sin saberlo, al hijo nuevo de la patria vieja.
-Boedo era algo así como un paso pesado que diera Puente Alsina para llegar al centro, como también el tránsito obligado de las gentes del centro cuando querían acercar el alma al Riachuelo.
Homero Manzi cantó como nadie el paso irremediable del tiempo, en versos convertidos en páginas maravillosas, y que descubrieron el sur perdido de los porteños que nunca fueron merecedores de la atención de intendentes y concejales municipales. Ellos sólo mimaron al centro y el Barrio Norte. Temas metafísicos e íntimos como Barrio de tango, Cornetín, Valsecito de antes, Nobleza de arrabal, Milonga de Puente Alsina, Arrabal, El último organito, Esquinas porteñas, Mano blanca, Romance de barrio y la inmortal e hímnica Sur, que hiciera con Troilo y nos sigue emocionando, son apenas brochazos maravillosos de su pluma homenajeando al barrio que lo acogió. Son paisajes que brotan en el recuerdo como fotografías desteñidas por el paso del tiempo. Pero la paleta lírica de Homero las devuelve indemnes, embellecidas y llenas de nostalgia.
Curiosamente, en un reportaje lejano (Manzi vivió solo 46 años), cuando le dieron un a elegir un tema entre su vasta producción, dudó, y al final dijo algo así:
"Es muy difícil tener un hijo preferido. Muchas de mis obras me dieron satisfacciones grandes. Escucharlas por voces maravillosas, e incluso por grandes orquestas, no tiene precio. Pero, qué sé yo, mi corazón tiene una relación con El Pescante que me deja como un poso especial. Sí, es un tango que expresa mis sentimientos y encontró la música ideal, en la creación de Piana. El Pescante significó mucho en mi paso por el tango. Una especie de mojón definitivo".
Obtendría el segundo puesto en el concurso organizado en el Teatro Sarmiento, en 1934, en el sainete La canción de los barrios, de Canaro e Ivo Pelay, cantado por Ernesto Famá. Éste lo grabaría el 7 de junio de ese año con la orquesta de Francisco Canaro, como lo haría inmediatamente Ada Falcón con la misma formación. Luego lo registrarían numerosos intérpretes y de entre todas esas grabaciones escojo la de Lucio Demare con la voz de Raúl Berón que fue llevada al disco el 11 de febrero de 1943.
José María Otero en "Tangos al bardo"
EL PESCANTE - Tango 1934
Música: Sebastián Piana
Letra: Homero Manzi
Yunta oscura trotando en la noche.
Latigazo de alarde burlón.
Compadreando de gris sobre el coche
por las piedras de Constitución.
En la zurda amarrada la rienda,
amansó al colorao redomón.
Y, como él, se amansaron cien prendas
bajo el freno de su pretensión.
¡Vamos!...
cargao con sombra y recuerdo.
¡Vamos!...
atravesando el pasado.
¡Vamos!...
al son de tu tranco lerdo
¡Vamos!...
camino al tiempo olvidado.
Vamos por viejas rutinas,
tal vez de una esquina
nos llame René.
Vamos que en sus aventuras
viví una locura
de amor y Suisse.
Tungo flaco tranqueando en la tarde
sin aliento al chirlazo cansao.
Fracasado en su último alarde
bajo el sol de la calle Callao.
Despintado el alón del sombrero
ya ni silba la vieja canción,
pues no quedan ni amor ni viajeros
para el coche de su corazón.
Roberto Goyeneche la grabó, acompañado por la orquesta
de Armando Pontier, en septiembre de 1968.
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