Decía Atahualpa Yupanqui que la poesía sólo alcanza la verdad “cuando se vuelve
anónima y parece escrita por cualquiera”. Él mismo fue un ejemplo, durante su vida fértil
y azarosa, a la hora de explorar ese significado profundamente enraizado de la música
popular: incluso entre quienes estén poco familiarizados con la canción latinoamericana
parece imposible que no reconozcan melodías como las de la milonga
"Los ejes de mi carreta", grabada en la memoria colectiva de varias generaciones a una
y otra orilla del gran océano y sobre la que el de Pergamino comentaba añadiendo
más luz sobre la milonga:
"Yo tenía un amigo a quien recuerdo "muy siempre", como decimos en el campo, un amigo
que murió hace treinta años o algo parecido, el autor de "Los ejes de mi carreta", Don
Romildo Risso. El me decía: "hay dos clases de viejos -él era un hombre de canas y yo un
mocoso de veinticinco años- dos clases de viejos, me decía Don Romildo Risso: aquel que
pasó la vida acumulando experiencia y aquel otro que se pasó la vida amontonando zonceras
y se cree que es experiencia."
Y fue Yupanqui quien puso música y voz a este filósofo del pueblo, al que no le molestaba
que le criticaran por el ruido que hacía con su carromato y que dictaba sentencias como si se
tratara de un nuevo Sócrates criollo.
Atahualpa Yupanqui o Romildo Risso, quizás no compusieron esta milonga con ninguna
intención sobrescrita en su texto. Quizás. Pero la poesía suele adueñarse de todas las
imágenes que salen a la luz en las letras, musicales o no, y la letra de esta canción tiene ese
encanto de lo oculto, de algo que se percibe que se mueve dentro de la misma, como un
misterio convertido en nostalgia por algo perdido, que es lo que se ve en esta añoranza del
campesino que camina, con su carreta y sus recuerdos, por el trillo real por donde ahora
anda solo sin otro acompañante que una gran carga de melancolía.
"Porque no engraso los ejes
me llaman abandonao.
Si a mí me gusta que suenen
¿pa' qué los quiero engrasaos?"
Es el campesino, noble como la inmensa mayoría de los hombres que cultivan la tierra y crían
animales para alimentar al mundo que no se lo agradece ni lo estimula, que camina y camina,
con el recuerdo a cuestas de alguien a quien ha perdido, que sólo aleja un poco el ruido de
esos ejes que no quiere engrasar, porque el silencio ya no es un compañero necesario en su
diario quehacer. Y ahí radica su misterio: ¿a quién echa de menos ese campesino?
"Es demasiado aburrido
seguir y seguir la huella,
andar y andar los caminos
sin nadie que te entretenga."
¿Quién es ese alguien? Pudiera ser un hijo que siempre acompañaba al campesino en su
diario quehacer por el largo camino del trabajo con sudor, quizás de sol a sol, con el cual
conversaba y entretenía su dura labor, cuando el cansancio golpeaba el deseo de seguir
camino adelante, superado precisamente por ese hijo que continuaba a su lado y quizás
animaba su cansancio, hasta terminar una nueva jornada, preámbulo de otra similar
del día de mañana.
"No necesito silencio,
ya no tengo en quién pensar.
tenía, pero hace tiempo.
Ahora ya no tengo na."
Pero también podría ser una esposa que se llevó la muerte así, con previo aviso, o quizás
súbitamente, y el buen hombre, al caminar entristecido y solo, por esos caminos de tierra a
veces tan áridos y secos, recuerda con cariño a ese ser querido que se ha ido para siempre,
que él “tenía, pero hace tiempo” para pensar en ella, y ahora sólo tiene su recuerdo tan
amargo como su triste vida que lo espera sin posibilidad de cambiar, y su reacción primaria
es solamente dejar que los ejes acompañen su itinerario como una canción monótona que
va con él sin dejarlo ni un solo minuto.
"Los ejes de mi carreta
nunca los voy a engrasar."
Aunque es difícil encontrar salidas del "Polaco" Goyeneche de la canción típicamente
porteña como son el tango, el vals o la milonga arrabalera, como bien dicen los gallegos
refiriéndose a sus meigas (brujas), haberlas, hailas, como bien se demuestra en las
dos grabaciones que realizo de esta milonga campera.
LOS EJES DE MI CARRETA - Milonga
Música: Atahualpa Yupanqui
Letra: Romildo Risso
Porque no engraso los ejes,
me llaman abandonao...
si a mí me gusta que suenen,
pa' qué los quiero engrasaos...
Es demasiado aburrido
seguir y seguir la huella,
andar y andar los caminos
sin nada que me entretenga...
No necesito silencio;
yo no tengo en qué pensar.
Tenia... pero hace tiempo...
¡ahura, ya no pienso más!
¡Los ejes de mi carreta
nunca los voy a engrasar!
Goyeneche grabó "Los ejes de mi carreta, primero, en 1985
junto a la orquesta de Carlos Franzetti y nueve años más tarde (1994),
acompañado por Néstor Marconi y Juanjo Domínguez.
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