"Cafetín de Buenos Aires" es un tango que representa lo que se vivía en la ciudad porteña y sus reuniones de antaño en los clásicos cafés y que fue interpretado de un modo sensacional por parte del polaco Goyeneche.
Forma parte de una de las tantas canciones memorables escritas por Enrique Santos Discépolo y musicalizada por el maestro Mariano Mores en 1948.
Históricamente la ciudad de Buenos Aires se caracterizó por sus cafetines y todo el movimiento que en ellos se generaba, siendo punto de encuentro de artistas, escritores, filósofos y amigos que se juntaban a charlar y polemizar sobre todo tipo de temas.
Cafetín de Buenos Aires es un fiel reflejo de lo que se vivía en esa época y la importancia social de estos encuentros, siendo parte fundamental de la idiosincrasia porteña y sus raíces culturales.
Eran sitios exclusivamente para los hombres, ya que allí se hablaba sobre fútbol, mujeres, política y temas “masculinos”, donde la mujer cumplía otro rol social y sus lugares de encuentro eran bien diferentes.
Los cafés marcaban la vida de las personas, teniendo cada uno de ellos una identidad propia, reuniendo a una determinada clase de gente y marcando un estilo que se diferenciaba del resto.
El tango fue parte fundamental de los cafetines, por ser sitio de reunión de músicos pero también por ser los lugares donde en sus mesas se escribieron grandes letras de tango y se interpretaron por primera vez.
Fuente: zorzalcriollo.com
CAFETÍN DE BUENOS AIRES - Tango 1948
Música: Mariano Mores
Letra: Enrique Santos Discépolo
De chiquilín te miraba de afuera
como a esas cosas que nunca se alcanzan...
La ñata contra el vidrio,
en un azul de frío,
que sólo fue después viviendo
igual al mío...
Como una escuela de todas las cosas,
ya de muchacho me diste entre asombros:
el cigarrillo,
la fe en mis sueños
y una esperanza de amor.
Cómo olvidarte en esta queja,
cafetín de Buenos Aires,
si sos lo único en la vida
que se pareció a mi vieja...
En tu mezcla milagrosa
de sabihondos y suicidas,
yo aprendí filosofía... dados... timba...
y la poesía cruel
de no pensar más en mí.
Me diste en oro un puñado de amigos,
que son los mismos que alientan mis horas:
(José, el de la quimera...
Marcial, que aún cree y espera...
y el flaco Abel que se nos fue
pero aún me guía....).
Sobre tus mesas que nunca preguntan
lloré una tarde el primer desengaño,
nací a las penas,
bebí mis años
y me entregué sin luchar.
El “Polaco” grabó este tango en 1968 acompañado por la
Orquesta Típica Porteña dirigida por Raúl Garello.
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